LA PAZ QUE VENDRÁ

RELACIÓN DE ROSARIO TOSCANO

 ROCA DE BELPASSO - 11 de MAYO de 1999

"Todos desean la Paz pero pocos la ponen en acto y son menos aún, aquellos que lo hacen correctamente"

Queridísimos hermanos y hermanas:
Finalizando este siglo y en vísperas del nuevo milenio, difícilmente habría imaginado tener que hablarles a Uds., llegados aquí en el día muy solemne en que veneramos y honramos al Corazón Inmaculado de Maria, Reina de la Paz. Después de la relación del 11 de mayo de 1991, y aquella del 1º de octubre de 1993 (*), ninguna otra charla fue necesaria para explicar los sucesos de esta última parte del siglo. Por eso, hoy el buen Dios ha querido disponer diversamente respecto de mi silencio y mi ocultamiento, y si no dispone de otra cosa en el futuro, creo intuir que luego de esta relación no habrá otras. Creo que la próxima vez los secretos hablarán por sí mismos, pero ciertamente en los tiempos que vendrán y que están preestablecidos por la Divina Providencia. Estos últimos años han estado recorridos por muchísimos sucesos, la mayoría de las veces, dolorosos, funestos, llenos de odio, de violencia, de muerte. Pero también en este tiempo la Divina Bondad no tardó en consolar a sus hijos, sanando con la acción del Espíritu Santo, las heridas que le ocasionó el príncipe de este mundo.
Pero en general, todo este siglo contempló la lucha entre el Espíritu de Dios y el príncipe del mundo y es inútil elencar todo lo que aún está vivo en la memoria de cada uno: la historia la sabemos todos. Y está bueno no olvidar esta historia, porque quien recuerda su propio pasado puede reconocer sus propios errores y puede entender cómo y por qué evitarlos en el futuro.
Ahora hemos llegado a otro horror que golpea la dignidad y la nobleza de los hombres de buena voluntad: otra guerra, con sus secuelas de odio, violencia, destrucción y muerte.
Quien recuerde mi segunda relación, en la que decía que satanás, teniendo este siglo a su disposición para actuar en contra de la humanidad, se habría encarnizado estando cerca la finalización del tiempo que se le concedió; repito, quien se acuerde de estas palabras, puede entender hoy qué quería explicar.
Pero dije otra cosa en aquella ocasión. Recordé el mensaje del 1º de septiembre de 1987, donde la Virgen decía que para abandonarse totalmente a Su Corazón: "es necesario rezar, rezar mucho, por lo menos tres horas por día, recitar muchos rosarios, hacer mortificaciones para evitar las guerras en el mundo". Recordé también el mensaje del 1º de octubre de 1987, donde se dice: "Prepárense entonces, porque los tiempos están maduros. Si escucharan mis maternales consejos, habrá un período de Paz, y sólo las plegarias será la purificación de sus corazones".
Ahora, como una síntesis de todos estos mensajes referidos a este argumento principal, expongo a Uds. el mensaje del 1º de abril de 1987: "Hijos míos... les recuerdo las oraciones, deseo la conversión, es necesaria la Paz... en todo el mundo. ¿Qué cosa sino la paz los podrá salvar? La Misericordia de Dios será la ocasión que Uds. tendrán para pedir perdón, para pedir y obtener la Paz en lo más íntimo de Uds., para después reflejarla al mundo y a sus prójimos. Deseo aún, que se consagren y se confíen a Mi Corazón. Deseo que cada alabanza y gloria sean dirigidas al Corazón Sagrado de Mi Hijo, porque Él les ha dado la resurrección. No teman nada porque Dios está con Uds. y Su Bondad no les hará faltar nada. Su Bondad los protege del mal, pero Uds. deben ser siempre sus humildes siervos. Queridos hijos, deben darse a Dios porque hay gravísimos castigos para la humanidad".
Yo le pregunté qué debíamos hacer, y Ella respondió: "Renuncien al pecado. Es necesaria la oración, la comunión, la penitencia. Deseen todo esto, amen y el Señor desplegará sobre Uds. Su Gracia , Su Misericordia, llenando sus corazones y sus almas, de paz".
Entonces le dije que nosotros deseamos la Paz, pero Ella me contestó: "No basta desear la Paz, es necesario ponerla en acción con el prójimo: amen, perdonen, rueguen, y encontrarán la Paz".
He aquí todo. Todo aquello que se desea saber sobre esta Paz confiada al Corazón Inmaculado de Maria se encuentra en este mensaje.
La paz prometida y confiada a Maria es la misma Paz del Cristo resucitado. La Paz no es sólo la ausencia de la guerra. Es algo que nace dentro de nosotros si somos dóciles a la acción del Espíritu renovador. Pero no puede nacer si no se tienen corazones purificados de las inclinaciones al pecado, al odio y a la violencia. Y el corazón del hombre todavía tiene que ser purificado.
Desgraciadamente, todas las cosas dichas por la Santísima Virgen se han cumplido, pero aún es cierto que Su Corazón al fin vencerá sobre las tinieblas y triunfará: también estas son sus palabras.
En estos días densos de tristes sucesos me he preguntado por qué no se escuchan las palabras proféticas de nuestra querida Madre, aunque aún me resuenan sus otras palabras: "Cuando Mi Corazón triunfe, será honrada la Reina de la Paz", y estas son indudablemente, palabras de esperanza.
Es verdad que no hemos sabido evitar la guerra con la oración, los sacrificios y las mortificaciones, como la Santísima Virgen nos había exhortado a hacer.
Es verdad que no hemos escuchado sus maternales consejos.
Es verdad que esta guerra, de la manera que se ha desarrollado, tiene una parte que ha suplido a la purificación que se hubiera obtenido sólo con la oración, si se hubiera escuchado a la Santa Madre de Dios.
Todas estas cosas son verdaderas, pero a pesar de todo, la Paz llegará.
El tiempo que nos separa de ella no es inmune al espíritu del maligno, que imaginará las más peligrosas insidias y tentaciones para atormentar y dividir a la humanidad, pero los días de la Paz no están lejos. El día del triunfo del Corazón Inmaculado de la Reina de la Paz no está lejos, pero su cercanía también depende de nosotros. 
El Señor nos quiere conceder la Paz por manos de Maria, pero es necesario que aquellos que han descuidado la Paz sacudan sus conciencias y colaboren en la construcción de la misma.
Esto es lo que la Virgen quiere decir cuando expresa que "no basta desear la Paz". Todos desean la Paz, pero pocos la ponen en práctica y son todavía más escasos los que lo hacen del modo correcto.
Para entender mejor esto, baste considerar el mensaje del 23 de noviembre de 1986. En él nuestra querida Madre nos dice que muchas espinas se han clavado en su Corazón y otras muchas se clavan por los errores que las naciones del mundo esparcen sobre toda la tierra, y después exclama así:

"¡Que las naciones presten atención, porque la potencia de la mano de Dios podría abatirse sobre ellas!"

"Las Naciones presten atención" dice la Virgen, pero todos los hombres forman las naciones, entonces esto significa que Dios condena los medios de violencia, de la guerra y de la destrucción, a los cuales los hombres echan mano indistintamente.
Por esto la Santísima Virgen, en el mismo mensaje, no sólo pide la conversión de parte de Rusia, sino también de parte de los Estados Unidos de América, como también de aquellos Estados que ideológicamente dependen de estas dos grandes naciones.
Y como prueba de cuanto les digo, es suficiente pensar en el mensaje del 1º de octubre de 1987, que en sus párrafos dice: "el Señor espera de su pueblo, justicia y rectitud, y no sólo derramamientos de sangre y gritos de opresión".
El pueblo del Señor se reconoce por su justicia y por su rectitud. Entonces aprendamos y ejercitémonos en el amar, perdonar y rogar por la Paz, para que llegue lo más pronto posible, y se conserve siempre. No nos olvidemos que terminada esta guerra, es necesario aún rogar y sacrificarse para que la Paz no se encuentre más obstaculizada por los enemigos de Dios y reine en todo el mundo, aún en los lugares más pequeños y más remotos de la tierra, especialmente allí donde la Paz está más sofocada o en peligro.
Eduquémonos en la Paz de Cristo abriéndonos a la acción del Espíritu Santo y el modo más excelso y más fructífero para obtenerlo es la consagración al Corazón Inmaculado que es justamente, morada del Espíritu Santo y escuela perfecta para conocer, apreciar y vivir la Paz. 
El Señor quiere que se difunda, se conozca más y se practique con mayor adhesión el culto al Corazón Inmaculado de Su Santísima Madre, de modo de extenderlo a todo el mundo, porque pocos ofrecen sacrificios de reparación y oraciones para consolar a este dulcísimo Corazón. Y consideren que hacer esto es la misma cosa que trabajar y colaborar por la Paz.
El Señor quiere que cada nación, cada diócesis, cada parroquia y cada familia se consagre al Corazón Inmaculado de Maria, porque esto apresurará y consolidará la Paz.
Y en fin, ¿qué plegaria, qué arma más potente contra el abismo hacia el cual se precipita la historia de esta humanidad, podremos tener para permanecer fuertemente unidos a este Santísimo Corazón sino la oración del Santo Rosario?
Nunca hubo en el mundo un problema de orden material o espiritual, nacional o internacional que no haya sido resuelto con el Santo Rosario y con nuestros sacrificios. Y esta mística honda de David es el sello con el que serán cerradas las puertas del infierno y la llave que abrirá la era de Justicia, de Caridad y de Paz.

 

Rosario Toscano

(*)"Se trata de una relación oral en forma de exhortación que Rosario nunca puso por escrito y por lo tanto, tampoco nunca confirmó ni firmó las versiones impresas que desde entonces están circulando."

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