LOS ACTOS DE CULTO PEDIDOS EN BELPASSO POR LA REINA DE LA PAZ PARA HONRAR SU CORAZÓN INMACULADO EN UNIÓN CON EL SACRIFICIO EUCARÍSTICO, PARA MAYOR GLORIA DE DIOS.

 

En la veneración de la Ssma. Virgen tiene que tener el primer lugar el culto litúrgico y las otras formas de devoción deben inspirarse en él, de modo tal que Maria aparezca siempre unida a Cristo en sus misterios y comprometida en el movimiento de adoración que Él, en el Espíritu Santo, hace subir al Padre (cf. Paulo VI, Marialis cultus, 23; 25-27).
Maria permanece "sierva del Señor" (Lc 1, 38) y su gloria en el cielo sigue siendo la "gloria de servir" (cf. Juan Pablo IIº, Redemptoris Mater, 41).
Estas breves reflexiones, provenientes del Magisterio infalible de la Iglesia nos ofrecen el punto de partida sobre el cual poner la atención sobre el acto de culto que la Ssma. Virgen ha pedido en la Roca de Belpasso, no sólo hacia su Corazón Inmaculado, culto mariano que "aún siendo del todo singular, es esencialmente distinto del culto de adoración que le es tributado al Verbo encarnado junto al Padre y al Espíritu Santo" (Concilio Vaticano II, Lumen Gentium, 66), ..hacia su Corazón Inmaculado, decíamos, sino por su intercesión, hacia Jesucristo.
Además, en varios mensajes aparece como evidente que se da mayor acto de culto al Corazón Inmaculado de Maria en la medida que este acto está asociado al Hijo.
Por otra parte, precisamente ésta es la misión que Jesús le ha confiado: conducir a Él a todos los hijos de Dios, y con mayor fuerza Maria subraya esta misión no sólo en los mensajes, sino y sobre todo en los frutos que nacen de lo que siembran sus palabras y su espiritual presencia.
La Virgen, con referencia al culto de Su Corazón Inmaculado cual tabernáculo y canal que nos comunica la Paz de Cristo, el 1º de mayo y el 1º de junio de 1987, ha hecho tres pedidos específicos:

  1. la construcción de una Capilla en su honor (la capilla es señal de un implícito pedido de la celebración de la celebración eucarística porque es precisamente ésta la que da a la capilla su razón de ser);
  2. que se conozca el culto del Corazón Inmaculado de Maria Reina de la Paz (nótese la diferencia que hay entre el significado de "difundir" y "conocer";
  3. "que se diga a los sacerdotes de venir en procesión" (también aquí tal pedido corresponde a una procesión litúrgica, con la presencia de la Eucaristía. La Virgen convoca a los presbíteros precisamente en su calidad de sacerdotes).

A partir de estos pedidos y haciendo referencia a los mensajes, se solicitan indicaciones sobre el modo específico con el que se puede poner en acto y hacer fructificar al máximo cuanto la Virgen nos ha pedido.
Las tres secciones que siguen desarrollan los tres puntos arriba indicados, a la luz de aquel Amor que proviene de Dios y que es Dios y que llega a nosotros por medio del Corazón de Maria.
No es que potencialmente Dios no pueda llegar a nosotros sin este trámite, pero es un signo de amor, de justicia y de respeto hacia Maria, Madre suya y de la Iglesia.
Por lo que, hablar del Amor de Dios y hablar del Amor de la Ssma. Virgen es la misma cosa ya que, parafraseando a San Pablo, no es más Maria que vive, sino Cristo que vive en Maria (cf. Gal 2, 20). En Ella esto es posible de manera única y particular en virtud de la Gracia con la que el Señor la ha colmado plenamente.

  1. "Deseo que se continúe recitando el Rosario, y que se diga a los sacerdotes que se construya, según la voluntad de Dios, una capilla en mi honor..." (1º-mayo-1987)
  2. Unidos en el Corazón Inmaculado de la Madre de Dios y Madre nuestra, celebremos la Eucaristía y la Palabra.

    La celebración Eucarística, en el ámbito de los mensajes, tiene una valoración particular no sólo en la acción de gracias, sino también en el ofrecimiento, por medio del Corazón Inmaculado de Maria, de las propias oraciones, acciones, alegrías y sufrimientos en unión con el Sacrificio eucarístico por la salvación de las almas y para consolar a los Sagrados Corazones de Jesús y de Maria.
    En efecto, participando en el sufrimiento redentivo del Cristo (cf. Juan Pablo IIº, Salvifici doloris, 19), alimentándonos de Su Cuerpo y de Su Sangre y teniendo como don la plenitud del Espíritu Santo, llegamos a ser en Cristo un solo cuerpo y un solo espíritu para que haga de nosotros un sacrificio perenne, agradable al Padre (cf. Misal Romano, Plegaria Eucarística III.).
    Para evidenciar ulteriormente este aspecto, nos remitimos a una oración que la Ssma. Virgen nos invita a ofrecer los jueves (pero no exclusivamente los jueves) durante la Santa Comunión en unión espiritual con todos los otros hermanos en Cristo por la conversión de los pecadores. (Mensaje del 1º-agosto-1987).
    Oh! Jesús, es dulce tenerte en mi corazón. Deseo ardientemente tu amor. A tu Sagrado Corazón Misericordioso, suplico, adoro, le ruego, lo amo y le pido por Sus Santas Virtudes que aquellos corazones petrificados se derritan, se purifiquen y se enfervoricen para acercarlos así al Santísimo Sacramento del cual eres parte Tu, Jesús Mío.
    El Diácono Franco Sofia subraya el pedido del jueves por parte de Maria como una referencia al Jueves Santo, día de la institución de la Eucaristía y de la traición de Judas, y como una implícita referencia también, a la función sacerdotal del pueblo de Dios, que se expresa precisamente en el contenido de esa plegaria.
    En el conjunto de estas referencias, cada uno que ofrezca esta súplica al Salvador, no pide nada para sí, sino que como acto de amor desinteresado que se pierde en el Amor divino, pide la conversión de los propios hermanos que han "traicionado" este Amor, en la esperanza de entrar un día en comunión también con ellos, en la manera más sublime del Sacramento y luego del Paraíso.
    Esto es lo que se entiende por "consolar los Sagrados Corazones de Jesús y de Maria" porque con estos actos de intercesión y de ofrecimiento de sí en unión al sacrificio eucarístico, Jesús mismo ejercita su Sacerdocio a favor de los miembros heridos de Su Cuerpo (cf. Franco Sofia, "Belpasso: un mensaje de Corazón a corazón", Ediciones Segno, Udine, 1995, pág. 250 y sig.).
    La Palabra de Dios está siempre presente entre las exhortaciones como conclusión de los mensajes, para que no sea simplemente leída, sino que se transforme en "escritura", como impresa con caracteres de fuego en los corazones de cada uno: "La Palabra de Dios esté en vuestras mentes, sea vuestra palabra, pero sobretodo sea escritura sobre vuestros corazones" (en casi todos los mensajes). La Virgen Maria no pone a nuestra atención la proclamación de la Palabra de Dios en la Santa Misa, o por lo menos, no sólo en esta ocasión, mas bien nos exhorta a celebrarla en nuestra vida, viviendo el Evangelio.
    A modo de ejemplo se recuerda un breve párrafo del mensaje del 1º de febrero de 1988:
    "...Muchos han olvidado que ser verdaderos cristianos quiere decir anunciar la Buena Nueva... A menudo muchos se dicen cristianos y no se dan cuenta que ellos mismos son causa de la fe perdida... Id y evangelizad, no tengáis temor porque Mi Corazón estará siempre con vosotros..."
    Una vez más el Corazón de la Madre de la evangelización se hace constantemente presente en la vida de sus hijos ("estará siempre con vosotros"), y esta presencia se hace siempre más sensiblemente presente en la medida en que se tiene confianza en el recibir estas invitaciones a seguir el Evangelio.
    Varios mensajes se refieren a estos temas y es significativo que no sólo aparezca el incesante llamado a participar en la Santa Misa, sino también el de la celebración del sacramento de la Reconciliación.
    En el cuadro general de cuanto se ha dicho hasta ahora, se presenta no sólo constantemente la figura de Maria en las celebraciones, sino también se presenta lo que nos dice Maria no sólo por coherencia con los sucesos de Belpasso, sino sobre todo porque una orientación hacia Maria no puede producir otro efecto que alcanzar más directamente y más perfectamente a Cristo Jesús.
    Y luego: ¿no es quizás Maria la que por toda la eternidad repite: "Mi alma glorifica al Señor" ?
    ¿Acaso no es Maria quien es llamada por San Luis Mª Grignon de Montfort "Magnificencia de Dios"?
    Como una lente de aumento puesta delante del sol no aumenta su grandeza objetiva sino que hace más cercana su imagen, así la Ssma. Virgen tiene la misión de manifestar y transformar en más sensible la grandeza de Dios para que todos puedan beneficiarse.
    Verdaderamente sólo en Maria se puede magnificar al Señor (del latín magnum facio, o sea, hago grande), porque con nuestras solas fuerzas no seremos capaces, o seremos totalmente incapaces.

  3. "...y que se conozca el culto del Corazón Inmaculado de Maria, Reina de la Paz..." (1º-mayo-1987)

En Maria de Jesús

La Ssma. Virgen, pidiendo la construcción de la capilla en su honor, ciertamente no quiere sacar nada al culto debido a la Trinidad adorabilísima, pero dice que esta construcción es voluntad de Dios (mensaje del 1-5-'87)
Y si es por voluntad de Dios que se ha construido una capilla en honor del Corazón Inmaculado de Maria, Reina de la Paz, entonces también el hecho de que se la honre y se que se la honre con este título, es voluntad de Dios.
Establecida esta premisa, no es difícil conocer, profundizar y entrar en el misterio de este Corazón, porque allí donde esté la Luz, estará también la fuente.
Mucho se podría decir de este amabilísimo Corazón, pero es a partir de los mensajes que se debería comenzar a meditar para comprender, para luego proceder.
El abandonarse totalmente a este dulcísimo Corazón, el estar en continua comunión con él, el estar a su constante servicio, dejarse plasmar por esta Forma Dei (molde de Dios), abrirse totalmente a la Luz del Espíritu Santo que ama residir en esta Santa morada, el estar unidos a través del Corazón de Maria con los dolores sufridos por el Corazón de Jesús, hacernos vehículo y canal de la Paz de Cristo, fruto de la Cruz que llega a nosotros por el Corazón de Maria, garante de esta Paz, para luego reflejarla en el mundo a nuestro prójimo; todas estas cosas y otras aún, deberían ser ante todo enseñadas, profundizadas, y sobre todo conducidas hacia la práctica, no sólo con la predicación, sino sobre todo con los ejemplos.
Este trabajo interior, por así decirlo inducido, no hace otra cosa que infundir en el ánimo humano el deseo de consagrarse a Maria, de entrar en este misterio para mejor pertenecer a Jesús, nuestra Paz y Consolación: en Maria de Jesús.
Esto es lo que Maria espera del Santuario de Belpasso. Sólo esto puede dar pleno sentido al título que lleva este Santuario. Esto es lo que Maria espera antes que nada, de quien ha sido propuesto por voluntad de Dios para guía de los fieles y de quien quiere apagar su sed en esta fuente purísima.
La Ssma. Virgen ha pedido con insistencia, y también este es un acto de culto, la consagración a su Corazón Inmaculado, tanto de cada persona sola cuanto de parte de las familias. Pero considérese que por consagración se entiende no el simple acto de confianza, como el recitado de una oración, sino de particular modo, como un compromiso de cada uno asume a ser fiel a las promesas bautismales, con la Gracia del Señor, con la ayuda de la Ssma. Virgen y con la propia buena voluntad.
Razonando por el absurdo, en efecto sería un verdadero consagrado el que viviera constantemente en la escuela de Maria poniendo en práctica todas sus enseñanzas sin haber jamás recitado una oración de consagración, que aquel que viviera de manera espiritualmente árida y recitara continuamente los actos de consagración.
Este compromiso Maria lo nucleó en tres palabras: Penitencia, Oración, Reparación (mensaje del 8-12-'87).
El abandono total y la consagración a Maria es fruto de una constante oración, o sea, de una continua meditación, contemplación de los misterios de la salvación sin dejar de lado la cotidianeidad del propio estado civil.
El tener siempre presentes estos misterios divinos no produce otro efecto que educar el alma para obrar, pensar, hablar y testimoniar la propia fe en Cristo Jesús. Por este motivo, la plegaria del Santo Rosario ocupa un lugar preeminente entre las exhortaciones de la Virgen, luego de las referidas a los Sacramentos y a la Palabra de Dios.
Plegaria notoriamente cristocéntrica, Maria nos muestra los beneficios espirituales y materiales. Entre un misterio y el otro, además, nos ha exhortado a insertar una plegaria que precede a la enseñada en Fátima. Con ambas, que se complementan mutuamente, nos indica por un lado, qué realidades finales nos esperan como consecuencia de nuestro obrar, y por el otro, nos ayuda a desear y a impetrar para nosotros y para nuestros hermanos aquella perfección que meditamos en los misterios del Rosario y que Jesús mismo nos pide: "Sed perfectos como vuestro Padre Celestial es perfecto" (Mt 5, 48).
Oh! Señor Dios, que por obra del Espíritu Santo difundes tu Santo Amor sobre la Iglesia, abrevia el dolor del purgatorio y haznos cada vez más dignos de la visión del Paraíso.
Oh! Jesús mío, perdona....

3. "Deseo que se diga a los sacerdotes que se venga aquí en procesión para rezar" (1º-junio-1987)

Adoración del Ssmo. Sacramento y de la Cruz.

"Quédense conmigo bajo la Cruz"

La Virgen Maria ha siempre puesto en evidencia la relación existente entre la Eucaristía y la Cruz. De la una que Ella llama sacrificio eucarístico grande, y de la otra que llama sacrificio grande de la pasión y muerte de Jesús, Maria nos revela la via para comprender el misterio.
En esto consiste esta via: "Hijos míos, no rechacen la cruz que les ha sido asignada ya que así participan en el sacrificio eucarístico grande" (mensaje del 1º-marzo-'88).
Sólo una vida in persona Christi puede comprender el misterio del ofrecimiento de sí mismo por amor de los hermanos.
Como conclusión del conjunto de los mensajes, Maria nos lleva a los pies de la Cruz, pero ésta tiene un doble significado: la Cruz del Cristo y la cruz de cada hombre.
"Quédense conmigo bajo la Cruz" (mensaje del 1º-abril-1988) es la invitación que Maria dirige a cada uno porque es en el sufrimiento propio y ajeno, que se puede experimentar no sólo la presencia de Jesús sino también la de la Madre del Cielo.
Sólo a la luz de cuanto se ha dicho hasta ahora, en esta sección, se deben considerar todos los actos de culto y de adoración solicitados por la Ssma. Virgen, referidos a la Eucaristía y a la Cruz, y también la Hora Santa en reparación a los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los que Jesús es ofendido, y todas las pías prácticas que exteriorizan el amor hacia Jesús Crucificado.
Pero hay otro modo de adorar a Jesús y, en el ámbito del mismo mensaje sobre la Cruz (1-4-'88), Maria nos muestra esta vía no alternativa sino complementaria: "En la Caridad, inclínense sobre sus hermanos más pequeños, muestren a Jesús el amor de Uds., muestren que no son sordos a Su llamada, y que no están cerrados a Su luz"
¿Cómo no ver en estas palabras la parábola del Buen Samaritano?
¿Cómo no sentir la exigencia de manifestar el Amor de Dios, porque pasando del Corazón de Maria y de éste al nuestro, podremos luego comunicarlo (ponerlo en común, participarlo) a nuestro hermano enfermo, necesitado, sufriente (aunque sólo lo sea en espíritu)?
¿Cómo una procesión de sacerdotes no puede poner de relieve y dar pleno cumplimiento a esta presencia del Amor de Dios, sino a través de la procesión y bendición eucarística, la bendición de aquel mismo Jesús que, pasando entre la multitud, sanaba todo tipo de enfermedades, del alma y del cuerpo?
Un ulterior momento de reflexión se nos ofrece en otra oración enseñada por la Virgen Maria: la plegaria por quien sufre, por quien está enfermo y es nuestro hermano.
Da el sentido completo de la comunión y sería verdadera Comunión si se hiciera esta oración conscientes de esto y con esta disposición interior.
Nuestro Señor, este enfermo postrado aquí ante Ti viene a pedirte humildemente aquello que ardientemente desea. Tu, oh Señor, imprime en su corazón que la cosa más importante es ser sano en el alma. Oh Señor, hágase sobre él Tu santa voluntad: si quieres su curación, que sea así. pero si Tu voluntad es otra, dale la fuerza para llevar su cruz. Te rogamos para que también nosotros, que te suplicamos por él, seamos puros de corazón y sepamos orar como más te agrada. Da Tu protección y alivio a su dolor para que a través de el, sea glorificado Tu Santísimo Nombre.
Maria Santísima, te rogamos para que intercedas por él. Amen.
Roguemos al Señor para que nos de Su Espíritu, para que nunca tengamos temor de acoger Su Amor, que nos ha sido comunicado a través del Corazón de su tierna Madre, también nuestra.
Que el Señor nos de el coraje de saber abandonarnos totalmente a este Inmaculado y dulcísimo Corazón, renunciando a nuestros esquemas mentales, a nuestras perspectivas, a nuestros puntos de vista, a nuestros modos de ver, para preferir los de Dios.
Y que el Señor nos de el coraje de testimoniar esta confianza, para poder infundirla en nuestros hermanos y alegrarnos juntos del mismo Amor y de la misma Paz. Amen.

 

Luis Maria

 

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