MENSAJES 1986

Domingo 4 de mayo de 1986

Lunes 5 de mayo de 1986

Miércoles 7 de mayo de 1986

Jueves 8 de mayo de 1986

Domingo 11 de mayo de 1986

Domingo 18 de mayo de 1986

Domingo 1 junio de 1986

Domingo 8 de junio de 1986

Martes 17 de junio de 1986

Miércoles 18 de junio de 1986

Martes 1 de julio de 1986

Martes 8 de julio de 1986

Viernes 18 de julio de 1986

Lunes 1 de septiembre de 1986

Sábado 6 de septiembre de 1986

Jueves 16 de septiembre de 1986

Domingo 23 de noviembre de 1986

Lunes 1 de diciembre de 1986

Lunes 8 de diciembre de 1986

 

 

 

Domingo 4 de mayo de 1986 (casa de Rosario)

Estaba solo en casa y esperaba a mis padres que habían ido a la escuela para hablar con los profesores a causa del virus que me hacía faltar tanto. De repente, en la cama, me sentí sorprendido por una extraña sofocación: tenía miedo.
Algo me obligó a levantarme, y quedándome de pie en mi cuarto, sentí un mejoramiento repentino.
Después una voz desconocida me dijo:

"Haz sufrido bastante, ahora basta".

Un fuerte estremecimiento me bajó por la espalda.
Pensé que fuese algo arreglado por mis padres para hacer descender mi fiebre.

Pero una gran luz surgió de un punto de la habitación, y entretanto aquella voz femenina me decía que debía rogar por los pecadores, que no debía desesperar por la fiebre y que no debía decir nada a nadie. Yo, curioso y atemorizado, le pregunté: "Quién es Usted?"; la Blanca Luz me respondió:

"Te diré quién soy cuando sea el momento".

Dicho esto, la Luz desapareció. Quería escapar, pero no lo hice: no sé por qué.

 

Lunes 5 de mayo de 1986 (casa de Rosario)

La luz me reapareció y me dijo que aparecería más veces, me dijo que todavía no debía decir nada a nadie.
Yo le pregunté de nuevo: "Quién es Usted?" y la Blanca Luz me respondió:

"Te diré quién soy cuando sea el momento".

Luego me dijo que rezara mucho.
Dicho esto, desapareció como la otra vez.

 Miércoles 7 de mayo de 1986 (casa de Rosario)

La Blanca Luz apareció de nuevo y me dijo que rezara todavía.
Yo le pregunté con insistencia: "Quién es Usted? Por favor, puede decírmelo?"

La Blanca Luz me respondió:

"Hoy ha llegado el momento de decirte quién soy. Yo soy María Madre de Dios, la Inmaculada Concepción. Tu podrás hablar de mi venida dentro de pocos días y sólo a algunos. Si quieres verme debes recitar el Santo Rosario".

Después me explicó dónde debería ir el domingo, día de la Ascensión de Nuestro Señor, 11 de mayo.
Luego, dicho esto, desapareció como las otras veces.

 

 Jueves 8 de mayo de 1986 (en esta fecha no apareció la Virgen)

A la hora del almuerzo, les conté todo a mis padres que no creyeron mucho. Mi padre menos, mi madre más. Luego de algunos días avisamos a mis tíos y a algunos parientes más íntimos. Algunos más incrédulos, otros menos, todos vinieron el 11 de mayo para asistir a la cita. Lo dijimos también a algunos de mis primos: todos prometieron no decir nada a nadie, ya que la Virgen decía: "Dios obra en el silencio".

 Domingo 11 de mayo de 1986 (Ascensión de Nuestro Señor, roca de Belpasso)

Eran las 12:30 y yo y mis tres primos nos pusimos en camino para buscar el lugar donde la Virgen me había prometido que la vería.
Dejando atrás la verja de nuestro chalet, comenzamos a dirigirnos hacia el bosquecito adyacente. El sendero por el que caminábamos se iba curvando hacia la izquierda, de tal manera que pronto nos encontramos de nuevo en el punto de partida.
Miré un poco a mi alrededor porque me parecía inútil ir de nuevo hacia el bosquecito. Así vi, de lejos, una hermosa roca, distinta por color y forma a las otras, como también particular por su posición.
Estaba seguro que aquel era el lugar de la aparición. Comencé a descender por la bajada que llevaba al camino principal, llevando detrás de mí a mis primos.
Prestando mucha atención al cruce del camino (también por mis primos más pequeños), llegamos al otro lado de la calzada, en una extensa zona rocosa.
Comenzamos a caminar de nuevo, esta vez en medio de arbustos en matas. Una cosa particular, que nos sorprendió, era aquel sendero que, a través de aquel lugar, llevaba a un gran espacio, desde donde dominaba la hermosa roca de forma cúbica
Llegados allí, nos sentamos y esperamos.
Entre tanto, mis tíos y mis padres, que se habían quedado en casa, asomados al balcón desde donde nos seguían con la mirada, habiendo entendido que habíamos encontrado el lugar de la Virgen, vinieron hacia nosotros, nos alcanzaron y rezamos juntos.
Eran ya las 13 (las 12 hora solar). El cielo era de un hermoso celeste. Vi una nube blanca que poco a poco se acercaba hacia nosotros, descendió muy bajo y se detuvo muy cerca de la roca. La nube comenzó a expandirse y a ampliarse como una flor: ya filtraba una fuerte luz como aquella que aparecía en mi casa, y luego vi una dulce Señora, vestida de blanco, con un manto blanco sobre la cabeza bordado de oro; tenía una faja blanca también bordada de oro, las manos juntas y un rosario entre las manos. (Luego, el 18 de junio, la vi con los brazos abiertos y el Corazón Inmaculado).

La Blanca Señora dijo:

"Los bendigo, hijos míos. Refuercen su fe participando siempre, pero de todo corazón, en la Santa Misa.
La fe es un fruto que jamás se debe marchitar.
La Iglesia, la fe, deben ser el presente para Uds. que luego serán la Iglesia futura.
Cuanto menos crean, más sufrirán.
Recen siempre más, y pongan todo el corazón en la oración.
Lean seguido la Sagrada Biblia, entenderán muchas cosas sobre la vida santa y sobre el temor de Dios.
Es necesario hacer obras de bien, sí, pero eduquen también sus pensamientos, sean humildes con sus pensamientos: la humildad está bendecida por Dios.
Tengan siempre, en todo momento, a Vuestro Señor en sus corazones: su presencia les dará fuerza para continuar sus caminos y para obtener siempre la salud del alma y del cuerpo.
Los bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Regresaré en 7 días".

Luego, la nube se cerró, comenzó a elevarse hacia el cielo y la Virgen desapareció.

Domingo 18 de mayo de 1986 (roca de Belpasso)

"Estoy con Uds., hijos míos, en medio de Uds.
Les recuerdo que Uds. rezan poco a los Angeles, poco los invocan.
Ellos hacen mucho por Uds. Ellos combaten el mal.
Rueguen a las legiones de Angeles y al Señor Jesús, que combatan el mal.
Di a todos que rueguen así:

Legiones de seres perfectísimos de Dios: Angeles, Arcángeles, Querubines, Serafines, Principados, Potestades, en toda su luz y su majestad, encabezados por Nuestro Señor, combatan el mal que seguido nos amenazará.
Seres perfectísimos, seres de bondad, protejan del maligno a esta humanidad.

Sepan que muchas almas no están en gracia de Dios, los enfermos rehusan los Sacramentos en punto de muerte: te doy una oración confortadora para ellos y para estar en gracia de Dios.

Día y noche yo creo en Ti.
Día y noche yo Te adoro.
Día y noche yo espero en Ti.
Día y noche yo Te amo.
Día y noche yo ruego a Ti.
Oh! Jesús, sálvame, con todo tu amor llévame Contigo.

Con esta oración, es necesaria la Santa Comunión.

Se que tu tienes la intención de construir un día, una capilla, pero por ahora te digo no; si la capilla debe ser construida, la acepto por la unión de los fieles.
Los bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

R: Virgencita, cuándo retornarás?

M: Vendré el primer día del mes próximo.

R: Virgencita, mi mamá te pregunta si me curarás.

M: Te curarás dentro de un mes, te diré quién soy y te revelaré algo.

Domingo 1 junio de 1986 (roca de Belpasso)

Mi amor está con Uds. y está en Uds., hijos míos.
El Espíritu Santo, don del Señor, con la oración se derramará en Uds. y los acompañará, los ayudará, los guiará, les enseñará lo que deben hacer.
Será la luz que guía, un faro a los ojos de Uds., revelador de verdad, de amor, espejo de justicia infinita, vía de salvación, arca de amor, puente hacia la vida eterna.
Agradezcan ahora y siempre al Espíritu Santo que les permite, sólo invocándolo, abrir los ojos sobre la recta vía y leer en el otro, en el prójimo, a Jesús, vuestro Señor y Maestro, difusor de salvación, de verdad y de amor.

R: Virgencita, cuándo regresarás?

M: Vendré el próximo domingo, continúen rezando, recen mucho, confíen en Mí. Los bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo: recuerden, estoy siempre con Uds.

Domingo 8 de junio de 1986 (roca de Belpasso)

Hijos míos, estoy feliz con sus oraciones y también lo está mi Hijo Jesús, que los salvará si continúan a amar el bien.
Recuerden que también existen los otros, es hermoso que Uds. rueguen por ellos, pero no es suficiente, hagan de modo que oren, porque en la oración está Dios: hablen con la Santísima Trinidad: son tres Personas distintas pero es única. Ella vive en el amor. Dios es portador, salvador, donador.
Dios porta: les lleva su mensaje de amor, a través de la vida.
Dios salva: los salva por medio de su Hijo Jesús.
Dios dona: les dona por medio del Espíritu Santo, sus siete santos dones.
Contemplen las maravillas del amor de Dios, la perfección del Universo. Y en toda esta grandeza encontrarán a Dios... el Dios del amor.
Muchas veces olvidan que todo lo que los rodea se los ha dado Dios, somos sus criaturas. Yo le doy gracias también por Uds. que se olvidan... , y muy a menudo sucede esto.
Pero no teman. Él los perdona porque es bondad infinita y sabe que son imperfectos en el amor.

R: Virgencita, vendrás el 18 de este mes?

M: Vendré y te revelaré algunas cosas.

Hijos míos, esfuércense al máximo en este mes en la oración y en la participación en la Santa Misa: es importante la Santa Comunión, reciban el alimento de la vida eterna.

Los bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

Martes 17 de junio de 1986 (casa de Rosario)

La fiebre en estos días, había subido más que de costumbre, 38 grados, tanto que me quedé en cama y mis padres casi no creían más en las palabras que había dicho la Virgen a este propósito.
Nos quedamos despiertos hasta las 23.50 y la fiebre era siempre de 38º.
A esta hora comencé a tener mucho calor y transpiraba. La fiebre estaba descendiendo.
Hacia las 00.05, o sea ya día 18, mis padres me tomaron nuevamente la fiebre, todavía un poco desconfiados. Los acusé de tener poca fe.
La fiebre había descendido a 36.4 grados. Esta fue la prueba para todos y el día después me levanté en buenísimas condiciones, listo para ir al encuentro de la Virgen y también para agradecerle.

 

Miércoles 18 de junio de 1986 (roca de Belpasso)

Hijos míos, me complazco por sus oraciones, ellas son muy útiles para sus almas. Sigan rezando por la conversión del mundo.
Lo digo al mundo: conviértanse y sépanlo hacer en el nombre de Jesús. Ya no hay tiempo para preocuparse del cuerpo, piensen en la purificación de sus almas, corran a Jesús en la Eucaristía: Él es la salvación de Uds.
Muchos hombres, con su superficialidad y anhelo de grandeza, ofenden al Señor.
Quién es como Dios? Nadie es como Dios.
Presten atención esos hombres de poca fe o los ateos: la verdadera vida feliz está en el Cielo.
No piensen que Dios no existe. Dios siempre estuvo y siempre estará. Los creó por un acto de amor, misericordia y bondad. Adórenlo entonces, lóenlo, glorifíquenlo, rueguen a Él para que les dé la gracia de gozar el premio eterno y prométanle fe, humildad y oración. Hagan todo esto en el nombre de Él y para su mayor gloria.

R: Virgencita, te agradezco por haberme hecho sanar.

M: Los sufrimientos son espinas, pero ofrecidos a Jesús, son rosas. No se lamenten nunca, porque Jesús ha sufrido más que cualquiera y poco se ha lamentado.
Jesús les da Su amor, cuando le ofrecen las humillaciones que reciben.
Jesús les da Su amor, cuando le ofrecen los insultos que reciben.
Ofrezcan cada mal que reciban a Jesús, y díganle que es por Su amor que lo reciben, y que se lo ofrecen por la conversión de los pecadores, y en Él tendrán consuelo.

R: Virgencita, me habías prometido que me revelarías algunas cosas. Con qué título te presentas?

M: Yo soy la Reina de la Paz y deseo revelar al mundo Mi amor.
Mi Corazón está muy dolorido, y para hacer conocer el Corazón Inmaculado de la Reina de la Paz me serviré de ti. En verdad no te prometo una alfombra de rosas sobre esta Tierra...

Dichas estas palabras, la Virgen separó las manos y alargó el brazo derecho hacia delante con el rosario en la mano como invitando a la oración, el izquierdo lo plegó un poco, en signo de protección. Del centro del pecho de la Virgen salía un gran resplandor y después vi el Corazón de la Virgen circundado por muchas espinas, tantas que hacia abajo se agrupaban casi en un matorral.

Me sentí inmerso en aquella luz y podía contemplar el amor de la Ssma. Virgen.

Dentro de siete días será mi fiesta.
Confíen en mi Corazón Inmaculado, no los abandonará nunca.

Los bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

R: Virgencita, cuando regresarás?

M: Vendré el primer día del próximo mes... ahora debo irme.

Martes 1 de julio de 1986 (roca de Belpasso)

Estoy cerca de Uds. hijos míos. Que el alma de Uds. magnifique al Señor, loen las maravillas de Su creación. Les traigo la paz del Señor, la paz esté con Uds. y de Uds. que se irradie por la paz del mundo y que se irradie desde los corazones de la humanidad.
Rueguen para que el mundo esté en el amor y para que el amor reine siempre según el deseo de la Santísima Trinidad. Que los Angeles y Santos vengan a reinar y a vencer sobre el mal y que el mal se disperse, pero es necesaria la oración.
Sigan rezando el Rosario.
Donen siempre sus sufrimientos a Dios. Donarlos quiere decir recibir gracia y merecer la salvación, acercándose a Dios, reconciliándose con Dios.
Los bendigo ahora y siempre en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. El amor y la paz de Dios esté siempre con Uds.

R: Virgencita: cuando retornarás?

M: Vendré dentro de siete días.

 

Martes 8 de julio de 1986 (roca de Belpasso)

En este día veo a la Virgen dolorosa y con lágrimas en los ojos.

R: Por qué lloras?

M: Lloro porque mi Hijo llora, lloro porque mis hijos se complacen con el enemigo de mi Hijo.
Los hombres no tienen ninguna consideración por la sangre derramada sobre la Cruz por mi Hijo. Quien está en pecado y desea la misericordia, el perdón de su Redentor, que se arrepienta y reciba la absolución de sus pecados por los ministros de mi Hijo.
Escuchen Sus mensajes de amor, se leen no sólo en el Evangelio sino también en la Cruz. Ámenlo, sépanle decir que no son sordos a Su reclamo. Deseo que digan muchos Padrenuestros. Deseo llevarlos a la salvación, confíen y corran hacia mis brazos, para que los lleve enseguida a Dios. Háganse siervos del Señor y díganle que desean hacer Su voluntad. Él se complace en el amor de su pueblo, sean Sus apóstoles. Deseo dar esta oración a los sacerdotes, que son grandísimos apóstoles.
Yo soy la Madre de la Iglesia y la Reina de los Confesores de la Fe, es justo entonces que como una madre, los ayude.

He aquí a Tu siervo, he aquí mi amor.
He aquí el apóstol tu dador.
He aquí la paz que quiero llevar.
He aquí la luz, la luz de amor.
He aquí el amor que quiero dar.
He aquí el apóstol siervo en cada instante de Dios Padre Omnipotente.
He aquí que llevo a Jesús en mi corazón, a Jesús quiero llevar a muchos.
He aquí el apóstol del Amor Divino, Jesús ilumíname en mi largo camino.

Los bendigo ahora y siempre en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
El amor y la paz del Señor Nuestro Dios esté siempre con Uds. y con Uds. quede siempre, por Cristo Nuestro Señor. Que todos los ministros estén iluminados por el Espíritu Santo.

R: Virgencita, continuarás viniendo? Cuándo vendrás?

M: Vendré dentro de diez días. Rueguen siempre y confíen en Mí, en Mi Corazón, en Jesús, y enciérrense en su Sacratísimo Corazón.

 

Viernes 18 de julio de 1986 (roca di Belpasso)

También esta vez veo a la Virgen dolorosa con lágrimas en los ojos

Mi llanto se corresponde con el de mi Hijo. ¿Cómo consolarlo de tanta cólera?, está muy dolorido. Jesús sufre todavía por amor a Uds., pero Uds. ¿qué hacen por Su amor si de veras lo aman?
Estoy dolorida y lloro por la pobre humanidad; por mi Hijo Jesús, todavía ofendido. ¿Qué pedimos nosotros? Nada, fuera del amor fraterno. No hay precio, sólo el premio de una vida de paz y gozo: la salvación del alma. El Redentor llora y continuará llorando a causa de los pecados de Uds., de la poca búsqueda del bien y de la mucha búsqueda del mal que hacen Uds. No piensen en el bien del cuerpo sino en la mejoría del espíritu.

R: Virgencita, no llores, habla a la humanidad de Tu amor.

M: El mío es un amor viviente en Uds. Los amo mucho y desearía que cada una de las grandes o pequeñas acciones de amor de Uds. las dedicasen al amor de Jesús y por Su glorificación. Nos conformamos con poco. Es suficiente con que eso sea amor y abandono total a Nosotros.
Uds. son mis hijos, y no crean que los abandono. Uds. son libres en sus elecciones. Lo mío es sólo una invitación a seguir un camino recto.
Dios los ama mucho, pero Uds. no lo comprenden. Dios es omnipotente, Dios es clemente, Dios es misericordioso, pero no interviene siempre en esta Tierra, porque entonces Uds. no serían libres, estarían condicionados y obligados. Su deseo es el de tener almas que hayan elegido libremente el recto camino.
Yo vengo sólo para ayudarlos: soy la Madre de Uds. Estén siempre atentos a las tentaciones, luchen contra el mal en el nombre de Dios, para que sea glorificado y proclamado vencedor del mal.
Deseo mucho que sus oraciones en estos días se dupliquen por la paz en el mundo y por la misión de los ministros de Dios, iluminados por el Espíritu Santo.
Los bendigo en el nombre de la Santísima Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo.

R: Virgencita, cuándo vendrás?

M: Vendré el primer día no del próximo mes, sino del otro. Vayan y obren según el amor.

 

Lunes 1 de septiembre de 1986 (roca de Belpasso)

Hijos míos, que Dios esté con Uds. y hagan que esté también con aquellos que Lo tienen en sí.
Quien no tiene a Dios consigo tiene una gran necesidad de tenerlo, porque sin Él, nada hay en este mundo para traer al nuestro: sin la fuerza del Espíritu Santo no hay nada en el hombre.
Quién busca valores en esta Tierra, recuerde que nada llevará consigo al final: sólo su alma le será pedida y sólo ésta será juzgada.
No olviden que todo lo que hagan, en el bien y en el mal, será pesado.

R: Virgencita, quieres alguna cosa de nosotros?

M: Deseo que recurran a los dones del Espíritu Santo. Les explicaré la importancia de estos dones de modo tal que se puedan servir mejor de ellos.
Los dones del Espíritu Santo son siete, pero éstos les van develando otros que también son importantes: Sabiduría, Inteligencia, Consejo, Fortaleza, Ciencia, Piedad, Santo Temor de Dios.
Los primeros tres forman un árbol de sólidas raíces.
La Sabiduría tiene origen en la Sagrada Biblia, la fuente de la verdad, don de Dios. Todo aquello que quieran saber sobre la voluntad de Dios respecto de Sus hijos, lo encontrarán por medio del Espíritu Santo.
La Inteligencia: muchos creen tenerla, pero en verdad sólo el Espíritu Santo podrá suscitar este don y convertirlo en Su voluntad, voluntad de amor.
El Consejo es la consecuencia de los primeros dos dones. Todo aquello que tengan en Uds. por medio del Espíritu Santo será para Uds. el consejo dictado por Dios. Acuérdense de invocar siempre al Espíritu Santo, meditar mis palabras. Los ojos de Uds. deben estar abiertos allí. Los llevaré al camino del amor, los guiaré con una óptima luz, los llevaré a una óptima casa: la del Señor.
Los bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo... Ahora debo irme.

R: Virgencita, seguirás viniendo? cuándo vendrás?

M: Vendré dentro de cinco días. Busquen abrirse a mi Hijo Jesús y recíbanlo en la Santa Comunión, purifíquense y siempre formen parte de su grey. Su Corazón Sacratísimo arde por Uds. Sean Sus dignos soldados en la lucha contra el mal.

 

Sábado 6 de septiembre de 1986 (roca de Belpasso)

Hijos míos, la paz sea con Uds.
La humanidad debe eliminar del propio corazón el rencor y el odio. Mi amor llevará la paz a sus corazones. La paz es la via para la mejor disolución de aquellos corazones petrificados por el rencor y el odio.
Deseo aportar luz sobre los dones del Espíritu Santo que quedaron sin comentar.
La Fortaleza y la Ciencia son la una consecuencia de la otra.
La Fortaleza: la fuerza moral es un don que les consiente soportar sufrimientos con pía firmeza.
La Ciencia es la síntesis de los dones, la luz para los dubitativos.
La Piedad: propaga fe y dulzura. Está muy cerca, sobre todo, de los misioneros. Propaga las oraciones.
Estos Santos Dones del Espíritu Santo, si no están irradiados por el Santo Temor de Dios, no tienen ningún valor. El Temor de Dios es el respeto a la Santísima Trinidad, porque es el Padre que los ama, y amándolos, por medio de Su Hijo los salva y por medio del Espíritu Santo los santifica.
Los bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo... Ahora debo irme.

R: Virgencita, cuándo vendrás?

M: Vendré dentro de doce días

 

Jueves 16 de septiembre de 1986 (roca de Belpasso)

Hijos míos, hoy deseo recordarles la penitencia. Ofrézcanla por la conversión de los pobres pecadores. Los invito a no ser jueces de sus prójimos. Consideren que sólo un juez no se puede equivocar: Dios, que es justicia infinita.
Deseo que ninguno diga que no ha pecado, porque se equivoca y por lo tanto, peca. Recuerden a tal propósito la parábola del fariseo y del publicano.

R: Virgencita, ¿puedo hacerte una pregunta? ¿Cómo es el Cielo?

M: Es imposible describir algo que no es de este mundo. El amor del cielo es inmenso. Infinito es el amor de Dios.
Jesús busca a los pecadores, los invita y los acoge, para que se arrepientan y Él los pueda perdonar. Su Corazón está abierto a todos, para que todos conozcan su amor.
Deseo indicar a la humanidad la via del cielo, en el amor perfecto del Señor.
La paz viene del amor. Sepan amar, pero sobre todo, perdonen. Tengan corazones de niños, ya que son dignos del amor de Dios: amor, amor, amor siempre dado a Dios.

R: Virgencita, ¿quieres otra cosa?

M: Deseo que se siga rezando el Rosario y que se lea más seguido el Santo Evangelio, la Palabra de Dios, que esté en sus mentes, en sus palabras, pero que sobre todo esté escrito en sus corazones... Ahora debo irme.

R: Virgencita, continuarás viniendo?

M: Vendré, pero no en el próximo, sino en el otro mes, en la celebración de Cristo Rey. No traerás todo lo que has traído las otras veces. Podrás hablar de mis apariciones a alguna persona, pero que sea creyente.
Los bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Que el Padre esté en sus mentes, el Hijo en sus corazones y el Espíritu Santo en sus almas.

 

Domingo 23 de noviembre de 1986 - Cristo Rey - (roca de Belpasso)

Hijos míos, hoy los invito particularmente a hacer reinar en sus corazones a Jesucristo y a su Palabra, para que reine la paz donde reina el Señor. Sus familias deben ser pequeños oasis de paz, deben ser un pequeño signo de la futura venida del reino de Jesucristo. Pero el reino de Jesús vendrá a través Mío; Mi Corazón debe triunfar y luego será el último y gran triunfo del Corazón de Jesús. Por esto mis hijos, aquellos verdaderos, deben entrar en el seguro refugio de Mi Corazón.
El mundo está sobrecargado de injusticias, de opresiones, de pecados.
Las naciones del mundo dependen de dos naciones más grandes, pero todas se equivocan. En los Estados Unidos de América y en los estados que dependen de ellos, el demasiado liberalismo ha hecho que el pecado sea una cosa lícita, y la indiferencia hacia el hermano necesitado que muere de hambre y de penurias, una cosa necesaria.
En Rusia y en los estados que dependen de ella, por el contrario, las demasiadas opresiones, el hambre y las persecuciones contra la Iglesia, han reducido al hombre casi a la condición de animal insignificante. Cuántas espinas han sido infligidas en Mi Corazón, y cuántas están siendo infligidas por los errores que esas naciones han esparcido por toda la tierra.
Que las naciones estén atentas porque la potencia de la mano de Dios podría abatirse sobre ellas. Por este motivo deseo que no sólo se convierta Rusia y se la consagre a Mi Corazón Inmaculado, cosa que pronto sucederá, sino que también se conviertan los Estados Unidos de América.
Que el reino del Señor Jesucristo llegue pronto, y que sea el advenimiento de la era de justicia, de caridad y de paz.Que el Santo Evangelio, palabra de Dios, esté en sus mentes y en sus palabras, pero que sobretodo, esté escrito en sus corazones.

R: Virgencita, deseas alguna otra cosa de nosotros?

M: No, nada más por hoy. Vayan y procedan según el Evangelio, obrando en el bien. Mi bendición esté con Uds.: en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. El Padre en sus mentes, el Hijo en sus corazones, el Espíritu Santo en sus almas...Ahora debo irme.

R: Virgencita, continuarás viniendo?

M: Continuaré viniendo.

R: Y cuándo vendrás?

M: Vendré el primer día del próximo mes. Vendrás sólo con tu madre, no traigas a otras personas. Recitarás el Rosario Conmigo.

 

Lunes 1 de diciembre de 1986 (roca de Belpasso)

La Virgen me invitó a recitar el Santo Rosario con ella.

Yo acepté.

La Virgen comenzó con el signo de la cruz. La cruz de Su rosario la tenía apoyada sobre Su Corazón Inmaculado, con la mano derecha, mientras con la mano izquierda hacía correr los granos.

R: Oh! Dios, ven a salvarme. Señor, apresúrate a socorrerme.

M: Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amen.

En el primer misterio gozoso el Angel Gabriel me anunció que Yo tendría un Hijo por obra del Espíritu Santo.

La Virgen recita la primera parte del Padrenuestro, y Rosario la segunda.

R: Diez Avemarías.

M: Gloria.

R: Oh! Jesús mío, perdónanos nuestras culpas...

M: En el segundo misterio gozoso visité a Santa Isabel.

La Virgen recita la primera parte del Padrenuestro, y Rosario la segunda.

R: Diez Avemarías.

M: Gloria.

R: Oh! Jesús mío, perdónanos nuestras culpas...

M: En el tercer misterio gozoso nace Jesús y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros.

La Virgen recita la primera parte del Padrenuestro, y Rosario la segunda.

R: Diez Avemarías.

M: Gloria.

R: Oh! Jesús mío, perdónanos nuestras culpas...

M: En el cuarto misterio gozoso presenté Jesús al templo, un profeta Me anunció que una espada Me traspasaría el Corazón.

La Virgen recita la primera parte del Padrenuestro, y Rosario la segunda.

R: Diez Avemarías.

M: Gloria.

R: Oh! Jesús mío, perdónanos nuestras culpas...

M: En el quinto misterio gozoso luego de tres días de búsqueda encontré a Jesús entre los doctores de la Ley.

La Virgen recita la primera parte del Padrenuestro, y Rosario la segunda.

R: Diez Avemarías.

M: Gloria.

R: Oh! Jesús mío, perdónanos nuestras culpas... un Padrenuestro, un Avemaría, un Gloria, Salve Regina, Recitado de las Letanías.

Virgencita, te agradezco por este hermoso recitado del Rosario.

M: Este será el último de nuestros frecuentes encuentros.

R: Virgencita, continuarás viniendo?

M: Continuaré viniendo.

R: Y cuándo será?

M: Vendré dentro de siete días. En esa fecha no estarás solo. Comenzaré a venir menos seguido y anunciaré al pueblo de Dios el camino del amor.

 

Lunes 8 de diciembre de 1986 - Inmaculada Concepción (roca de Belpasso)

Hijos míos, los he reunido en este lugar para recordarles que no se pierdan en el pecado, que no cedan a las tentaciones que los mantienen atados a las pequeñeces humanas.
No olviden que Jesús murió por llevar sobre sí los pecados del mundo y para redimirlos. En el fuero íntimo de cada uno pregúntense cómo agradecieron este gran sacrificio hecho por Jesús.
El Señor es fiel a su pacto. Uds. en cambio, distraídos, se olvidan. Sólo lo recuerdan en los momentos de necesidad y en la hora extrema.
Tantas veces Jesús ha sido abandonado y poco reverenciado en ciertos tabernáculos del altar. Él, no obstante, en Su infinita Misericordia, les promete la asistencia en punto de muerte con los Santos Sacramentos, a quienes, en cada primer viernes de mes, por nueve meses consecutivos, confiesen y comulguen.
Deseo que todos mis hijos vengan Conmigo al cielo, por eso, también Yo prometo asistir en punto de muerte a todos aquellos que cada primer sábado de mes, por cinco meses consecutivos, se confiesen y comulguen, reciten el Rosario y me hagan compañía un cuarto de hora, meditando los 15 misterios del Rosario con el fin de ofrecerme reparación.
Que se haga ayuno por la conversión de los pecadores y para hacer penitencia.
Que el Santo Evangelio, palabra de Dios, esté en sus mentes y en sus palabras, pero que sobretodo, esté escrito en sus corazones.
Abandónense al Sagrado Corazón de Jesús y a Mi Corazón Inmaculado: consagren sus familias a Nuestros Corazones, y llevarán paz a sus almas.
Los bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Que el Padre esté en sus mentes, el Hijo en sus corazones y el Espíritu Santo en sus almas... Ahora debo irme.

R: Virgencita, continuarás viniendo?

M: Continuaré viniendo.

R: Y cuándo vendrás?

M: Vendré el primer día del próximo mes.

MENSAJES 1987

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