LAS APARICIONES MARIANAS

Presencia de Maria en la Evolución de la Historia

Más allá de los proyectos humanos, Dios realiza su plan misericordioso de salvación de los hombres, llevando a término su historia de manera soberanamente libre, pero siempre en perfecta sintonía y coherencia con todo aquello que nos ha revelado en el Antiguo y en el Nuevo Testamento. En esta evolución de la historia hacia su verdadero fin, Maria ejercita, a través de su presencia carismática, una vital y misteriosa influencia, convertida casi en un elemento constitutivo del porvenir del mundo. El aspecto más significativo de esta presencia carismática está representado por sus apariciones. En modo particular, aquellas aprobadas o reconocidas en los dos últimos siglos, que llevan entonces el signo eclesial de la autenticidad, han dejado profundas huellas sobre la vida religiosa de los católicos, sobre todo a nivel popular donde han sido recibidas, como afirma De Fiores, con "mística simplicidad". Estas apariciones resultan objetivamente, en el libre diseño de Dios que guía la historia hacia su cumplimiento escatológico, un dato de hecho de innegable valor que pide con insistencia ser reconocido y profundizado.
Muchos críticos se hacen estas legítimas preguntas: ¿por qué aparece siempre y sólo Maria? ¿por qué no los otros santos? ¿por qué no Nuestro Señor mismo?
A estas preguntas el gran teólogo H. U. von Balthasar, da una simple respuesta:

Las apariciones de Maria se explican mejor porque, según von Balthasar, con su función histórico-salvífica, con su espíritu de servicio del Hijo que la caracteriza y con nuestra necesidad de exégesis espiritual de la Palabra.

Maria y el porvenir del Mundo

La Revelación de Dios no es comunicación de verdades abstractas, sino intervención activa en la historia, hecho de eventos y palabras entre ellos íntimamente ligados. Las apariciones marianas pueden considerarse como signos interpelantes ofrecidos por Dios al mundo en camino, como llamados proféticos que nos sacuden de la inercia y nos movilizan hacia la esperanza, que llaman a la conversión y a la vida evangélica, que muestran el rostro "materno" de Dios a través del interés de Maria hacia sus hijos. Las apariciones, al mismo tiempo, expresan la presencia pneumática, espiritual, de Maria y de su cuerpo glorificado en medio a nosotros, que ya San Germán de Constantinopla, en su "Homilía sobre la Dormición de la Santísima Theotokos" describe de manera admirable con estas palabras: "Todavía ahora tu paseas corporalmente en medio de nosotros, no de otra manera que como si fueras viviente y los ojos de nuestro corazón están obligados a verte cada día… Tu visitas a todos y velas sobre todos, oh Madre de Dios. El cuerpo, en efecto, no es impedimento a la potencia y energía de tu espíritu, el cual, cierto, expira donde quiere siendo inmortal"
Con sus repetidos llamados al porvenir escatológico, al Reino de Dios, a la paz, al triunfo de su Corazón Inmaculado, Maria se muestra como la Mujer del Apocalipsis que desciende a la lid en la Iglesia contra las fuerzas disgregadoras de la sociedad y del cosmos, simbolizados en el dragón, como el extremo tentativo de Dios de volver a llevar al hombre al evangelio de la salvación, para que sea impedida su total destrucción desde lo interno, y renazca en él la esperanza en Sus promesas. Éstas entonces, son proyectadas esencialmente al futuro y por eso no pueden ser comprendidas fuera de la perspectiva del porvenir de la Iglesia y del mundo.
A través de las apariciones el Padre demuestra todavía querer unificar a los hombres en Cristo mediante la Madre que obra para dar un alma religiosa al mundo, para proteger y defender la vida y los débiles y que testimonia la realidad del Hijo de Dios descendido en medio de nosotros y que se hizo nuestro hermano.
Maria se nos presenta como el lugar del encuentro y del recibimiento, donde el diálogo entre el Dios Salvador y el hombre pecador se convierte en posible, donde la Luz –como canta la antigua Liturgia- venida de su inaccesible esplendor en la oscuridad de su frágil seno de mujer, ilumina nuestra historia transformándola, con la potencia del Espíritu, en un camino hacia la salvación.
Como afirma Evdokimov, "El destino del mundo nuevo está entre los brazos de la Madre. Si Cristo salva al mundo, es la Theotokos, la Madre de Dios, que lo protege y que introduce en su "desumanidad" la atención de la gracia".

Maria y los últimos tiempos

Con gran intuición profética, San Luis Maria Grignon de Monfort ha afirmado que el crescendo de la misión de Maria está ligado al fin de los tiempos, no en el sentido del catastrófico milenarismo del cual se escucha hablar a menudo, sino entendido como una era maravillosa para la Iglesia que conocerá una profunda renovación y una gran reforma espiritual. Él explica la presencia de Maria con el principio de continuidad y homogeneidad en la conducta de Dios en su plan de salvación y en la armonía y en la correspondencia entre los dos fundamentos de la plenitud del tiempo: el evento-Cristo y la escatología. Aún no conteniendo esta clara referencia, la Sagrada Escritura manifiesta que Maria, comprometida plenamente en la dinámica de la Historia de la Salvación y en el evento-Cristo, no permanece ausente al impulso escatológico de la Iglesia y no puede estar fuera de la última escatología (Cf. Hech. 12).
También la teología ortodoxa, expresada por el gran teólogo Serghiej Bulgakov, piensa la historia como una tragedia espiritual donde se oponen dos fuerzas contrastantes: la Mujer vestida de sol y la gran prostituta de Babilonia. Antes de la victoria final de Cristo, se verificará una era del triunfo del bien, caracterizada por el triunfo de la santidad. La presencia de Maria en este final escatológico es afirmada constantemente aún en la iconografía oriental, donde la Madre de Dios es, en el último juicio, obra perfecta del Espíritu Santo y signo de misericordia. La presencia de Maria es, por eso, de vital incidencia en el choque entre el bien y el mal, choque en el cual el Espíritu, con la colaboración de Ella y de la Iglesia, prepara la venida final de Cristo, profesada en el credo como la conclusión divina del acontecimiento histórico de los hombres.
Volviendo la mirada, entonces, sobre el futuro de la Historia, de la Iglesia y del mundo, podemos afirmar que la presencia carismática de Maria no sufrirá pausas de espera sino que se encaminará con rapidez hacia una progresiva maduración y una siempre más vital incidencia. El suyo será siempre más un rol arquetípico, femenino y materno dirigido hacia todas las generaciones destinadas al encuentro final con el Señor de la Gloria. Maria vendrá siempre más comprendida y recibida como persona viva y próxima, maternalmente operante en la Iglesia, modelo completo y maestra de vida espiritual, testimonio siempre presente del amor infinito del Dios Trinitario que obra en la historia para conducir las gentes hacia la salvación.

Antonino Grasso

 

BIBLIOGRAFÍA

DE FIORES, STEFANO: Maria nella Teologia Contemporanea, Centro di Cultura Mariana "Maria Madre della Chiesa", Roma, 1991

VON BALTHASAR, H. U. : Aprite i Cuori all’Immacolata, in "Il Sabato", 3-9 dicembre1983

S. LUIGI GRIGNON DA MONFORT: Trattato della Vera Devozione a Maria, Ed. Monfortane, Roma, 1983

EVDOKIMOV, P. : La Donna e la Salvezza del Mondo, Jaca Book, Milano, 1980

AA VV : Maria e la Fine dei Tempi, Città Nuova Editrice, Roma, 1994

LAURENTIN, RENE : Le Apparizioni della Vergine, Piemme, Casale Monferrato, 1987

 

 

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