EL VALOR DE LA POBREZA
La confianza en el Dios fiel y la fe en la resurrección de Cristo que prueba la potencia de Dios e invierte los cánones mundanos de valoración, son los fundamentos sobre los cuales se hace posible la compresión de las bienaventuranzas evangélicas, la primera de las cuales es la referida a los pobres.
Anclada a la lógica de Dios, la pobreza se convierte en valor y el pobre se transforma en testigo de la validez y de la capacidad transformadora del Evangelio, de la potencia de Dios y de las posibilidades obedienciales del hombre.
Desde este ángulo, la pobreza se transforma en un sí y el pobre se define mediante el verbo ser y no desde el verbo haber, porque está en positivo: es el que espera, el que acepta, el que reza.
Don Vicente